Desde Muara Muntai el
ferri pasa a media noche y, si no hay previo aviso de que hay pasajeros
esperando en el embarcadero, continúa su recorrido ascendente por estas canelas
aguas hacia Muara Pahu, una población para mi sin mucho interés paisajístico.
Entre ambas ciudades, no muy lejos, se
encuentra el Lago Jempang, uno de los más interesantes de Kalimantan por allí hallarse unas
comunidades con gran importancia etnológica que quiero visitar: los
descendientes de los guerreros dayaks que aún conservan parte de su
cultura con unas costumbres y una edificaciones muy distintivas: el Lamin o Casa
Larga Comunal donde aún es posible encontrar algunas familias viviendo
en ellas.
Al siguiente día, estaba esperándome
en un pequeño embarcadero a pocos metros del hotel un Ces (canoa a motor con techo) que en menos de 2h. me dejaba en Tangjung Isuy, en la orilla S.O. del Lago
Jempang.
La lenta travesía fue bastante
atractiva. Entramos primeramente por una estrecha estribación del río Mahakam de aguas menos oscuras y
con una vegetación no muy recargada que nos permitió observar algunas especies
que por allí habitan. Vimos sobre las ramas de algunos árboles a monos Lutung de pelaje negro de cola larga (en otras especies varían desde negro y gris hasta castaño, anaranjado y amarillo), con unos brazos más cortos que las patas y un tamaño entre 40-80cms.. Se caracterizan por tener el pelo de la cabeza con forma de capucha o birrete.
Una cigüeña (bangau) Tong -Tong que
desde que nos acercamos un poco marchó volando y varias grullas blancas esperando sobre las peceras de malla atrapar algún pez. Unos pocos pescadores sobre sus
canoas que estaban ocupados en sus capturas daba paso a Jantur, el primer poblado flotante que íbamos a encontrar antes de
entrar directamente en el lago Jempang.
Se trata de una atractiva población de pescadores en la que destaca una enorme mezquita (Jamiyatut Taqwa) sobre su orilla con largas pasarelas flotantes de madera usadas por los vecinos para
trasladarse tanto a pie come en moto. Continuamos lentamente la travesía
observando las actividades de sus vecinos muy de cerca. Son alegres y curiosos
y les encantan que los turistas hagan una parada para visitarlos.
Luego nos adentramos en el lago
pasando cerca de algunas poblaciones flotantes de cuyos nombres no puedo ya
acordarme pero sí de las imágenes en general de las deslumbrantes bóvedas de
las mezquitas que marcan el paisaje de estos hermosos poblados de palafitos a
orillas del lago, o del río. Así mismo, las innumerables torres de madera con
ventanas alargadas (walet) que también llama la atención. Son criaderos
de golondrinas (burung), donde éstas realizan sus nidos (sarang)
con su saliva. Son muy apreciados en los mejores restaurantes asiáticos para
sopas, dulces, cremas…, y es un gran negocio para las comunidades porque se da
muy bien. Parece ser que el precio en destino supera los 10.000€ el kilo.
Como nos encontramos en época de
lluvias, en el lago hay bastante agua como para gozar de una placentera
travesía hasta Tangjung Isuy donde me he quedado unos días para ver
su Casa Comunal (Lamin) y también
para visitar Mancong una aldea
cercana donde hay otro llamativo Lamin.
Entre los pocos lugares que hay para hospedarse
he elegido quedarme en lo que fue en su momento la Casa Comunal Louu
Taman Jamrot que hoy día es un hostal (100.000
Rp./ventilador y baño compartido) y un centro de arte donde imparten clases
de artesanía, hacen exposiciones, danza, encuentros de artesanos de la zona, y
muchas otras actividades relacionadas con la cultura Dayak y Banuaq.
Esta característica edificación fue
restaurada hace bastantes años de su modelo original. Elevada sobre el suelo
por medio de estacas de madera para evitar la crecida del lago, y las aguas
encharcadas. En su interior llegaron a vivir varias familias pero ahora, en
decadencia, alquilan habitaciones.
Entrar en este Lamin es
como viajar al pasado. En sus paredes aún cuelgan cabezas de búfalos que se
cortaron en diferentes rituales, como el "kwuakai" tras la
muerte de algún miembro de una familia importante (acto muy parecido a lo que
vi en Rantepao de los Torajas no hace mucho),
herramientas y artilugios de caza, telares o algunos totems algo más modernos
(para su venta como suvenir).
Hasta hace menos de un siglo los dayaks colgaban
en el porche las cabezas humanas que cortaban en sus luchas tribales, su mayor
orgullo, un trofeo físico que daba prestigio a la familia.
La edificación se compone de un
alargado pasillo central que sería la zona comunal para reunirse, charlar,
bailar en las ocasiones importantes -ahora una televisión es el pasatiempo de
los que aquí habitan-, o para realizar diferentes trabajos como el que las mujeres
continúan aun haciendo para ganarse la vida: canastillas, cestas o esteras para
el suelo con tiras de ratán (palma trepadora) que ellas mismas recogen o incluso
compran en los mercados; una habitación para la cocina (de carbón, o de gas hoy
día) y sus enseres; varias habitaciones o dormitorios donde vive cada familia;
una serie de puertas de entrada a la edificación a la que se accede mediante su
correspondiente escalera (antiguamente por un tronco tallado con figuras
mágicas-grotesca).
Los artistas de la madera exponen aquí
sus trabajos de figuras talladas para ser vendidas a los visitantes, también
telares, cuchillos tradicionales con sus fundas (Parang o Ha'abit), bastones, palos sacudidores de alfombras, palillos e instrumentos de percusión y cestería.
Ninguna de las religiones consiguió
acabar enteramente con las tradiciones dayaks, y se percibe
principalmente en esta Casa Comunal, donde las tallas de madera y símbolos
ancestrales hacen guardia a la entrada en recuerdo de sus espíritus
protectores. En las iglesias cristianas de la zona tienen es posible encontrar
antiguas figuras mágicas (tótems) y columnas talladas.
Aunque actualmente es un lugar de
visita turística, no ha perdido su encanto. Ahora no es época de afluencia, por
lo tanto me he encontrado solo y sin esa típica presión de ventas de suvenires
que sucede en época mucha afluencia.
Si a los dayaks se
les conocía como cazadores de cabezas y su fama de guerreros despiadados era
temida en toda la isla, hoy día son una comunidad pacífica y muy hospitalaria
donde conviven junto a otras comunidades. Ellos son mayoritariamente de credo
musulmán o cristiano, se dedican a la pesca, a cultivar sus parcelas de
verduras y hortalizas que luego venderán en los mercados, en su propia tienda (toko)
o para auto-consumo familiar. De aquella época solo quedan los recuerdos
de lo que fue una Casa Comunal tradicional.
Ya no se ve por el pueblo a las
mujeres vistiendo con sus telas tradicionales, sólo en ocasiones muy puntuales
debido a alguna ceremonia. Sin embargo, lo más que se observa son celulares de
última generación en las manos de la gente. Y no son nada baratos para el nivel
de vida local.
Me ha llamado bastante la atención que
hayan muchas tiendas de víveres y pequeños restaurantes para lo diminuto que es
este pueblo. Todas las mañanas algunas mujeres recorren el pueblo, cesta en
mano, vendiendo riquísimos donuts caseros.
Como en toda esta zona también recae
un día de la semana para realizar su mercado semanal.
Nuevamente hice contacto con un
paisano y al siguiente día nos trasladamos en su Ces (lancha a
motor) a Mancong, otra comunidad dayak a 2h., al S.O. del Lago Jenpang que
también mantiene un Lamin como lugar de celebraciones
especiales, y quería visitarlo. Aunque se puede ir por carretera elegí
hacerlo navegando por la belleza del recorrido hasta ese asentamiento.
Tardamos 3h. porque navegamos lentamente
para disfrutar del entorno haciendo una serie de paradas para observar
principalmente a los monos narigudos Probóscides.
Ha sido lo más espectacular que he
realizado hasta ahora, atravesando primeramente varios poblados flotantes, una
amplia zona inundada que en su momento los paisanos decidieron quemar
absolutamente (!), nos adentramos en el río Ohong que poco a
poco se va estrechando, cubierto inicialmente de juncos y en partes de espesa
vegetación, árboles que van creciendo y en altura se cierran sobre sí
mismos en el centro, enormes bayanos, plantas acuáticas flotantes que
navegan al ritmo de la corriente o el viento y en ocasiones cierran el paso
teniendo que forzar el motor para atravesarlas.
Pudimos ver también coloridas aves
entre ellas Kingfishers (o Martin
pescadores) azules y amarillos, Garzas
blancas y algún Cálao (o
Hornbill), grupos de monos probóscide rojos, macacos negros,
inicialmente difíciles de detectar pero en seguida se aprende a prestar
atención a las ramas de los árboles en movimiento, saltando entre las ramas en
busca de alimentos, ardillas y un pequeño cocodrilo.
Mancong es una pequeña aldea edificada al
contorno ondulado del rio Mancong -en
forma de “S”-, con un par de calles
de madera sobre el agua, paralelas al río, que la hace particularmente
atractiva. Pasar varios días en ella sería ideal, pero no hay hostales. Hay
posibilidad de quedarse, mediante autorización de su Kepala Desa (jefe de aldea) en el su Casa Comunal y llevar los bártulos para
dormir. Por la comida no hay problema porque también hay algunos tokos que
abastecen a los vecinos. Incluso podrían hacer de comer si se les encarga.
Una de las pasarelas elevadas de madera
que se adentra al poblado lleva a la Casa Comunal custodiada por una serie de
figuras de madera de rostros siniestros. Esta Casa alargada o Casa grande (Lamin) de dos plantas, está cerrada y
sin uso. Solo la utilizan para hospedar a quien lo necesite o posiblemente en
alguna celebración concreta.
Pedí permiso a la señora que lleva un
toko frente al Lamin en el que vende además de bebidas y "chuches",
figuras de madera, telas y cestería hechas en el pueblo, para subir las
escaleras y verlo de cerca pero estaba cerrado con llave, aunque aprovechando
que encontré una ventana mal cerrada, y sin que nadie me viera, me colé. En su
interior sólo queda colgada en la pared unas cabezas de búfalos y ciervos, y
también del techo una tarima de bambú que bien podría ser una vieja hiladora para
hacer telares tradicionales. La segunda planta está también cerrada, vacía y
muy sucia.
Tiene una base rectangular de aprox.
30mts. suspendida a varios metros del suelo por altos maderos, suelo de bambú y
madera, varias habitaciones independientes con escaleras para subir al piso
superior. Supongo que si se paga un dinero los vecinos podrían hacer algún
tipo de baile. Aunque no sería el original.
La vuelta por la misma ruta en el río fue
algo más rápida (2h.) esta vez con muy pocas paradas. Al llegar a T.I. volvimos
a quedar para que al día siguiente me llevara a Melak, otro
poblado en el río Mahakan, para visitar un mercado semanal bastante
interesante, su Museo Etnográfico y varios Lamines.
Habíamos quedado a las 7 de la mañana
pero una intensa lluvia muy temprana nos dejó sentados en un un toko durante
varias horas. Una vez acabado el chaparrón surcamos el lago Jempang dirección
N.O. para atravesar navegando, por
donde en época de poca agua serían diferentes pasajes entre grandes arboledas, hasta
el gran río, observando aún más vida en estos bosques que cuando fuimos a Mancong el
día anterior. Pudimos ver varios Proboscis,
Macacos, Martin pescadores, enormes Garzas
y otras aves.
Una vez alcanzado el río
Mahakan, muy cerca de Muara Pahu, continuamos ascendiendo el
río hasta Melak. Hace años había una cantidad de delfines de río (pesut)
por estos lugares pero el gran tráfico de embarcaciones ha hecho que sea
bastante difícil divisarlos, si es que no se han ido definitivamente.
Siguiendo el curso del río por aquí es
donde más daño hace a la vista las grandes zonas taladas, las enormes grúas de
carbón, los enormes troncos de árboles apilados en las orillas y las barcazas
varadas esperando ser cargadas de estos materiales. Todo se extrae del interior
de los bosques. Dicen que, a este paso, de aquí a 20 años se habrá cortado más
de las tres cuartas partes de los bosques de Borneo. Lamentablemente el indonesio está drogado con los programas
y películas sensacionalistas y con el fútbol. Se pasan horas mirando la TV.,
principalmente la gente mayor. No se enteran de nada, casi no hay programas de
debates y muy poco se cuestionan lo que hace el gobierno actual. En cualquier
caso los medios informativos no hablan abiertamente de las continuas
manifestaciones que suceden en las calles de este enorme país y la corrupción
es parte de la vida política indonesia. Casi nadie lee prensa. Así les va. Si
saben algo de fuera es tan solo de Catalunya y por el F.C.
Barcelona!.
No están educados para cuidar su
entorno, su cultura. Todo lo tiran al río. Lo único que cuidan, y muy bien, son
sus celulares. Tienen mogollón de redes sociales instaladas: Whatsapp, Instagram,
F.B., Twitter, Linkedin...., que utilizan constantemente. Hasta las chicas con
burka envían sus fotos!!
En Melak me quedé
frente al embarcadero, en el hotel Flamboyant (100.000 Rp./cama
doble, ventilador, baño compartido y desayuno de nasi kuming (arroz amarillo con carne de buey y coco) recién traído
de los puestos de la calle, envuelto en un papel, y café negro.
Lo primero que quise hacer fue ir
a Eheng creyendo que ese día martes era su mercado semanal que
se celebra cerca de un antiguo Lamin y al que asisten los aldeanos de la zona del interior
a vender sus productos y es posible ver a algunos paisanos mayores de orejas elongadas
y tatuados, así que hablé con un Ojek y negocié la visita a la
zona: por 200.000Rp. me llevaría en su moto hasta ese poblado,
a 30kms. de Melak y pasaría unas horas
conmigo descubriendo los alrededores. Tampoco tenía nada de trabajo. Estaba
recostado esperando, junto a otros compañeros, su turno para llevar a alguien.
Para evitar dar muchas vueltas en busca de clientes éstos están situados en
puntos concretos de las ciudades con sus motos. Casi ninguno habla inglés por
lo que en ocasiones la comunicación es complicada. Tuve suerte de encontrar a
uno que hablaba muy poco inglés y me sirvió como intermediario en ciertas
conversaciones más complicadas.
Las carreteras de esta ciudad son
fastuosas, bien cuidadas y los edificios enormes. Se nota que el dinero de la
minería circula en abundancia. La vía luego se desvía entre caseríos,
plantaciones y espesa vegetación pasando a ser carreteras pequeñas pero en buen
estado.
Lamentablemente, cuando alcanzamos Eheng nos dijeron que el mercado en
cuestión es nocturno pero que había acontecido la noche anterior. Así que me
quedó la segunda opción: visitar la Casa
Comunal.
En esta casa llegaron a habitar hasta
30 familias. Ahora unas pocas viven aún en ella y se dedican a la elaboración
de bolsos, canastas tradicionales (Ajat o Andjat), esterillas
y tiras de ratán -que ellos mismos recolectan del bosque-, collares, pulseras o
cuchillos tradicionales con cinto (Parang o Ha'abit).
El edificio está dividido en una zona
comunal donde todos trabajan y en habitaciones donde habitan. Conservan aún
cabezas de búfalos sacrificados en ceremonias, antiguas ofrendas colgadas en el
techo, totems de diferentes fisonomías, instrumentos de percusión y algunos artefactos de guerra.
La familia que me invitó a acceder al
interior del inmueble me trató muy agradablemente, pude fotografiar e inspeccionar
algunas habitaciones. Su intención evidentemente era venderme algo de lo que producen.
Todo hablado en indonesio.
En frente de esta “longhouse” también
hay una serie de figuras (totems) alineadas con caras siniestras que la
custodian.
De vuelta a la ciudad aproveché para volver
a sentirme un poco millonario sacando Rupias de uno de los cajeros automáticos.
En esta ciudad hay muchos cajeros para Visa y MC.
Luego con más tranquilidad paseé por
la calle paralela al río que está llena de tienditas y algunos warrungs
(habitualmente es una parte de la vivienda con mesas y sillas para comer). Al
atardecer se estaba montando el Pasar Malam, o mercadillo nocturno,
que le tocaba este día de la semana, donde los comerciantes ponen sus
mercancías en mesas o sobre el suelo, y suelen ser los que venden en todos los
mercadillos semanales muy característicos en los pueblos de la comarca (kecamata).
Al día siguiente fui a visitar
otro Lamin, en Benung, una pequeña aldea a 20kms. de Melak, por la misma carretera que tomamos el día anterior, y de regreso pasar por el Museo Etnográfico que se encuentra
fuera de la ciudad, y como no hay transporte público para llegar hasta allí,
volví a contratar al mismo Ojek (150.000 Rp.).
El Lamin de Benung es más
antiguo aun pero ha sido igualmente restaurado que los anteriores y aumentado
el tamaño con más habitáculos, aunque sin perder la belleza de su frontis. Aquí
sólo viven 5 familias y los totems que se encuentran en la
entrada están mucho mejor trabajado.
En su interior guardan restos de
cabezas de búfalos y artefactos de cacería. También colgado del techo hay un entablado
de bambú para guardar objetos. Las familias estaban trabajando unos tejidos de
fibra con hilos resistentes extraídos de las hojas del doyo (ulap doyo) para confeccionar telas, bolsos, camisas, pantalones, carteras.... El tejido de doyo -negro o estampado- suele ser utilizado por hombres y mujeres en eventos tradicionales, bailes y antiguamente era común en la vida cotidiana de la comunidad Dayak Benuaq.
No muy alejado se encuentra un pequeño cementerio con unas cajas funerarias talladas de diferentes forma, donde supuestamente hay huesos de los antepasados junto a unas tumbas más modernas.
No muy alejado se encuentra un pequeño cementerio con unas cajas funerarias talladas de diferentes forma, donde supuestamente hay huesos de los antepasados junto a unas tumbas más modernas.
El Museo Etnográfico,
aunque es pequeño exhibe piezas de labranza y pesca, cerámicas, artilugios de guerra
y atuendos tradicionales usados por las comunidades dayak Tunjung, dayak
Benuaq y dayak Bahau. Es bastante interesante.
Mi siguiente paso ha sido ir a Tering
Baru, a dos horas de serpenteante navegación río arriba, o una hora en moto
(Ojek), y esta última ha sido la opción que he elegido (125.000 Rp.)
porque no hay transporte colectivo hasta allí, si acaso alquilando un taxi, y
el Kapal Biasa lo hace de madrugada. La carretera en buen
estado se adentra en el bosque espeso atravesando asentamientos y plantaciones
hasta llegar a la orilla de esta pequeña población. Como ha estado lloviendo
toda la mañana me he tenido que quedar en el hostal (penginapan) Astian
Tering (65.000Rp./colchón en el suelo, ventilador, baño compartido,
vistas desde la habitación y el balcón al embarcadero con el río y las casitas
del poblado Tering Lama de fondo. La
electricidad solo se pone de 6 de la noche a 6 de la mañana.
A mediodía, más calmado el tiempo, me
ofrecieron visitar Long Iran, un poblado río arriba, a poco menos
de media hora en lancha rápida. Fue
de los más pequeños que había visitado hasta ese momento y con bastante
carácter de modernidad, aunque ya no se vea a sus vecinos de orejas alongadas
como antaño. Ni gente mayor con telas tradicionales de colores. Todos visten
bastante modernos. El pueblo se extiende por ambas orillas del río y se puede
llegar también por carretera. Todas las casas están a cierta altura del suelo
evitando así el fango que produce las lluvias o las subidas del agua del río. Varios
transbordadores cruzan de una orilla a otra a los vecinos
Tras pasar un rato en casa de una
familia tomando café y charlando más tarde paseamos en moto por los alrededores
del poblado. Aunque me apetecía regresar caminando, lo hicimos en moto en
20min.. No podía negarme a la invitación.
Leer o conversar al anochecer desde la
terraza del hostal donde me he hospedado es impagable. No se encuentra
precisamente al borde del río pero las imágenes y el sonido de las
embarcaciones al pasar por delante, o el griterío de los niños con sus juegos
en la calle, hace del momento "el viaje".
Afortunadamente los muecines no son
tan pesados aquí con sus llamadas a la oración, quizás porque no hay muchas
mezquitas, y sólo se oye la que está detrás del hostal pero el tipo canta maravillosamente
bien.
Las golondrinas que se encuentran en
los sarangs muy cerca del hostal al
anochecer, sin embargo, cierran el pico. La tranquilidad es absoluta. Parece
ser un buen negocio esto de los nidos de golondrinas! Hay muchísimos.
Por la mañana, al amanecer, comenzó la
actividad en el embarcadero. Todos están en movimiento desde de las 6. Las
embarcaciones rápidas comienzan a trasladar a la gente a diferentes destinos,
río arriba o río abajo, desde las 7.
De pronto, fue apareciendo una neblina
que poco a poco fue cubriendo el bosque y las casas de la orilla de enfrente y en
minutos vino hacia nosotros envolviéndonos también. Bucólica imagen. Más
recuerdos pues.
Tras desayunar crucé a la otra orilla
en el transbordador (sólo paga quien vaya en coche o moto) y paseé unas horas
por el poblado Tering Lama, una comunidad dayak que se convirtió al cristianismo a principio de siglo
obligado por los misioneros. Un pueblo interesante, con hermosas casas elevadas
por estacas hasta en varios metros bien arregladas, patios con coloridas
plantas y una enorme iglesia con imágenes de madera (totems) de nativos sumisos
al cristianismo y columnas de madera tallada con la historia detallada de la
conversión de esta gente tras la llegada de los religiosos.
También hay una Casa Comunal, aunque
no tan elaborada como los Lamines que visto hasta el momento, pero que también funciona
como centro social, de ceremonias y de bailes. Este día un grupo de mujeres,
incluida una musulmana, estaban arreglando trajes tradicionales para la próxima
celebración. El edificio conserva colgado del techo algunas ofrendas antiguas,
un totem en forma de tigre atacando a una mujer, cañas de bambú con huevos de
gallinas en sus extremos, dibujos de imágenes endiabladas y varios postes
tallados en forma de escalones para acceder desde la calle.
La gente igualmente amable, sentadas
en los porches de sus viviendas charlando. Los hombres, como siempre, en las
afueras trabajando el campo o en el río, y también algunas mujeres. Los niños
con sus uniformes de la escuela se alegran de ver a un bule. Hello Míster! How
are you?, y no más!.
En Tering Baru, las
facciones de sus habitantes es más malaya, o quizás más achinada que los de
este margen del río, incluso más que los otros pobladores que he visto
anteriormente. Podría ser debido a que cada vez me voy acercando más al límite
con Malasia.
Igualmente, encuentro muchas mujeres
con sus caras cubiertas con el característico polvo protector "pupur
dingin", para evitar el sudar debido al calor del día. Se ven perros,
muchos con sarna y heridas, deambular de un lado a otro. Aquí no los tratan
bien, pero tampoco lo comen.
Nuevamente en el hostal, desde el balcón
impresiona ver las largas balsas de enormes troncos atados con ratán y cuerdas,
que llegan a medir hasta cien metros de punta a punta, que son guiados río
abajo por varias barcazas.
La madera sigue siendo muy utilizada
para la construcción de viviendas a orillas del río. Las hay de todo tipo,
desde las más modernas, de alegres colores, viejas o decadentes donde viven
hasta varias familias. Hasta ahora sigo viendo a muchos individuos con
moto-sierras por las calles. Son los carpinteros locales. Por donde camino
siempre oigo alguna maquinita de estas en acción.
El siguiente paso fue trasladarme a
las 7 de la mañana en lancha rápida junto a otros pasajeros remontando el río
hasta Long Hubung (150.000 Rp.), pero al detenerse
en Datah Bilang (30min. antes) para desayunar en el
embarcadero y como yo ya había comido antes de subirme aproveché para dar una
vuelta por los alrededores y me gustó tanto este pueblo que saqué mis mochilas
de la lancha y me quedé allí mismo.
Sus habitantes son de mayoría
cristiana que conserva ciertos rasgos animistas como se puede observar en su
Casa Comunal, en su iglesia y algunas viviendas con tallas de madera de formas
grotescas.
Me he quedado en el Penginapan
Sainal Abidin (50.000Rp. colchón en el suelo, ventilador, ventanas a
la terraza que da a la calle y baño compartido). En frente, hay varios
supermercados, tokos y un par de warrungs para comer. En el embarcadero también
hay un warrung flotante con exquisitos platos para los pasajeros de las
embarcaciones rápidas que navegan en todas direcciones. Y para los pasajeros
del Kapal Biasa cuando se detiene
unos minutos para embarcar o desembarcar.
La electricidad en el pueblo también es
dada entre las 6 de la tarde y las 5 de la mañana y algunos negocios tienen su
pequeño motor electrógeno para su propio consumo.
Lo único desagradable son los
mosquitos debido a que algunas familias cercanas crían cerdos que luego comerán
en alguna celebración y que existe agua estancada de las lluvias o de las crecidas
del río bajo estas casas. Por lo tanto, espiral anti-mosquito!
Aquí también hay cantidad de perros,
aunque en un estado deplorable porque ya veo que realmente no los cuidan, y algunos
gatos pero en mucho mejor estado. Al menos no se los comen. Los católicos son más
reacios a estas carnes!. Comen cerdos, algo prohibido por el Islam, pero que a ellos no les afecta.
Este poblado se caracteriza porque aún
quedan unas pocas ancianas dayaks con orejas alongadas y tatuajes en el cuerpo.
Aunque paseé intentando localizarlas solo me topé con varias de ellas tatuadas
solamente de pies y manos. Casi todas llevan una cinta ancha de ratán (La'abung o Topi)
sobre la cabeza que las distingue de otras comunidades.
Muchos jóvenes tienen tatuajes en
hombros y piernas pero muy mal esbozados. Otros en pecho y espalda también algo
raritos. Uno tenía enmarañado entre extrañas filigranas con tinta endeble
"Jesús es mi Salvador" en inglés. No hablaba nada de inglés, por
cierto.
Me está gustando más esta última parte
del viaje por el río. Todo se ve mucho más rústico. La vida es más sencilla,
las edificaciones mucho más rural y la gente muy amable. Pasear, saludar,
sentarme a charlar con ellos, beber café indonesio o te con hielo, comer muy
bien..., no puedo pedir más. Ni si quiera las lluvias son copiosas ni largas en
el tiempo. No más de dos horas por la mañana o por la tarde. A veces bien
entrada la noche. Sin embargo uno de los días que me
encontraba en el embarcadero viendo anochecer comenzó una lluvia que duró toda
la noche. Y amaneció despejado, hasta que volvió a atardecer.
El siguiente lugar ha sido otra muy
tranquila comunidad dayak
cercana, Long Hubung, a menos de media hora en Ojek. Me
habían comentado que en este pueblo también hay algunas mujeres de orejas alargadas
y que si preguntaba por ellas las encontraría.
Me he quedado en Penginapan
Dua Putra ( 100.000 Rp./colchonetas en el suelo, ventilador -también
hay electricidad de 18 a 06, y baño compartido). Tiene cuatro habitaciones
-pero alquila tres- con dos balcones, uno hacia la calle y otro hacia el
embarcadero donde se puede coger las embarcaciones si se les hace las señales
para que se acerquen. El dueño tiene en la planta baja un toko que vende de
todo un poco. A un centenar de metros hay otro penginapan (hostal). Pasear por sus calles es una gozada, con casas
muy rústicas y carreteras elevadas de madera. Aunque son mayoritariamente
católicos hay una mezquita pero que tampoco se oye las llamadas a la oración.
Un puente colgante muy chulo, una enorme iglesia con columnas de madera y
figuras talladas. Hay varios tokos
más, uno de ellos sirven comida, y un restaurante en el embarcadero principal
con buenas comidas y precios, ideal para esperar la llegada del ferry, o de las
lanchas rápidas.
El segundo día pude ver la celebración
de un festival con bailes, comida y charla municipal en un Amin, o Casa de Reuniones con asistencia de muchos vecinos de las
aldeas cercanas.
Es una enorme casa muy alta con
adornos y dibujos animistas. Las columnas de madera que mantienen las crucetas
del techo están todas completamente talladas.
Se vistieron con sus mejores galas y
realizaron danzas tradicionales dayaks. Ellos si pueden beber alcohol al no ser
musulmanes, y hacen un arak (arroz fermentado) bastante bueno,
que suelen beberlo acompañado con Atat o Dinut,
unos panecillos blanco de arroz.
Un bonito casi final de navegación por
el río Mahakan porque he llegado al destino final -o comienzo
del descenso- del Kapal Biasa: Long Bagun. A
partir de aquí hay que cambiar la manera de navegar y doblar los tiempos de
viaje.
A esta altura cuanto más me he
adentrado río arriba más estrecho se va haciendo, con asentamientos cada vez más
pequeños y zonas salpicadas de espesa vegetación, riscos cársticos muy
característicos, incluso con tumbas cavadas en las alturas.
Es una gozada todo lo que ha ido
apareciendo ante mis ojos. Y lo bueno que tiene esta forma de viajar por el río
es que se puede bajar en el pueblo que más resulte interesante, preguntar si
tiene hostal donde alojarse y pasar algunos días. Y si no, pues continuar hasta
el siguiente y hacer lo mismo. Así se me están pasando los días!
El ferri va parando en muchos
embarcaderos, y suele haber una tienda o restaurante donde comprar
"chuches" o comida. Las lanchas rápidas paran donde haya alguien
haciendo señas para ser llevado, aunque todas las embarcaciones siempre avisan
antes de llegar a un embarcadero haciendo sonar el claxon.
Aun observando que los márgenes del
río han perdido parte de su bosque original, todo esto es extraordinario, una continua
e infatigable visión de verdes de muchas tonalidades y espesura, de enormes
árboles, de manglares llenos de vida, de orillas de arena oscura que bien
podría ser una playa, de palmerales de diferentes especies que bañan sus raíces,
de pescadores escorados en sus barcazas halando de sus estrechas redes con diminutos
pescados o de veloces golondrinas cazando a vuelo raso sus insectos preferidos.
En este momento del trayecto por el
río me quedaba solo una semana de viaje por Kalimantan y algunos pueblos más a los que quería llegar, pero no
tenía la completa seguridad de regresar con el tiempo conveniente para llegar a
Banjarmasin, mi último destino ya
que desde esta ciudad tengo el billete de vuelo de vuelta a Yakarta.
Desde Long Bagun hay
algunos “speed boat” hasta Tiong Ohan, pasando por
hermosos paisajes y una serie de asentamientos muy curiosos, pero hay que
esperar que se llenen o alquilarlo íntegramente porque no mucha gente viaja
hasta allí. Y no sale nada barato.
Luego, hasta Long Apari -bajo los montes Apokayan-, hay
que remontar unos peligrosos rápidos en canoa pequeña a motor porque estos días
las aguas bajan muy potentes.
Desde ese último pueblo comienza uno
de los senderos más hermosos de Kalimantan, que puede durar más de
una semana, cruzando incluso hasta Malasia. Hace falta un buen
equipo para realizarlo.
Estos pueblos parece que se encuentran
bastante más alejados de lo que yo me esperaba. La parte más excitante del río
se localiza a casi dos días de navegación, pero sin la seguridad de tener
transporte de vuelta, sin tener que pagar una burrada por salir de allí.
Así pues, aquí di por finalizado la
remontada del río Mahakan y comencé el descenso hasta Samarinda que
iba a durar casi 24h. pasando la noche en el ferri (350.000 Rp.).
Nuevamente en esta vieja embarcación
con tatami elevado y colchoneta para descansar. Debajo hay un cajón para
guardar las pertenencias. No obstante nadie toca nada que no sea suyo.
Aunque dispone de una pequeña cocina
donde hacen de comer preferí bajar al embarcadero de Tering para comprar algo de arroz y pollo para el viaje. Pero me
sucedió algo inesperado: los tipos sin puta educación que se cuelan e incluso
empujan a la hora de pedir!. Y yo caí ... , “hay que bajar el primero para ser
servido el primero”!, me dije a mi mismo resignado. El Sud-Este de Asia es así!.
Nuevamente la panorámica, desde la
terracita de proa, que me vuelvo a encontrar de las tantísimas aldeas, pueblos
y ciudades en los márgenes del río
Mahakan por los que he pasado, pero esta vez con más tranquilidad, a velocidad
de lento ferri.
No hay nada más espectacular que el
atardecer navegando en el Kapal Biasa.
Lástima que cerraran la terraza de proa al anochecer porque comenzó a llover y
el agua se introducía a causa del viento en el interior. Me perdería todas las
imágenes de los poblados con la iluminación nocturna.
Por otro lado, esta situación daría largos
momentos de charlas con otros viajeros locales que se extrañaban que yo viajara
solo, y visitando tantos lugares sin un guía. Realmente no hace falta guía si
se sabe qué se quiere ver. El tener un ligero conocimiento de Bahasa
Indonesia (indonesio) ayuda muchísimo, aunque en ocasiones se me
escaparan muchas cosas.
Pero estoy sobreviviendo!.