Este viaje llega ya a
su fin.
Me encuentro ahora en Jakarta para
hacer la última noche antes de tomar el vuelo de vuelta mañana a primerísima hora (00:15). Puedo ya comenzar a pensar con mucha más calma en aquellos lugares que he estado visitando. Los días han
pasado tan rápido que apenas he tenido tiempo para procesar todo lo que me ha
ido sucediendo día a día.
Viajar por Sulawesi y Kalimantan principalmente
en guaguas ha sido bastante sencillo aunque se invierte demasiadas horas del día
hasta llegar al destino final. Las diferentes
provincias están mal conectadas entre sí por avión y a menudo habrá que
volar vía Jakarta, encareciendo de esta manera el trayecto a realizar.
En recorridos largos (>12h.) normalmente suelo detenerme en cualquier pueblo o ciudad a mitad del mismo para
disfrutar al menos parte de ese día y del lugar, en ocasiones improvisados, hacer noche y salir al día siguiente
temprano para continuar hasta el destino final. Pero en estas islas quedarme a
mitad de camino implica tener que levantarme muy temprano y esperar que el
medio de transporte que debiera coger se llenara (podría incluso no salir ese
día) y que en casi todos los casos fueran deplorables vehículos (minúsculos
para mi “dimensión europea”, incómodos, sucios, atestado de gente en muchas
ocasiones…). Gracias a los Ojeks, esos “moto-taxis” que se
ofrecen para todo tipo de trayectos, he podido llegar a lugares donde el
transporte público no existe o llega muy pocas veces al día, o a la semana.
Kalimantan es un poco más caro que Java o Sumatra,
pero aún más económico que la parte malaya de Borneo. Sin
embargo, Sulawesi es bastante más barato. Viajando solo el
coste del transporte público no es muy costoso, pero alquilar taxis,
embarcaciones o contratar a un guía hacen que los gastos se disparen exageradamente.
He comprobado que estas islas por
las que me he movido son tan seguras como cualquier otra parte de Indonesia que
yo haya visitado anteriormente. Hace ya más de 15 años que no se produce
enfrentamientos inter-religiosos en la región central de Sulawesi, por
lo que moverme libremente por toda esta zona ha sido muy sosegado.
La gente ha sido tan, pero tan,
amable que en ocasiones parecía que abusaba de ellas al ser invitado, por ejemplo, a sentarme
a comer con ellos en su casa sin ni si quiera conocerme de nada, a varias bodas o
a montarme en sus motos para llevarme a algún lugar que sabían que quizás yo
no encontraría sin ayuda, y en las calles he recibido constantemente el saludo
desinteresado hasta de los que no tienen nada más ofrecer.
Quizá el peligro pueda estar en
las carreteras y la forma de conducir de los indonesios. No he visto ningún
accidente de tráfico y eso que en bastantes ocasiones pude observar en los taxis compartidos, guaguas o motos que he viajado casi empotrarse con otros vehículos debido a los adelantamientos
"kamikazes" de sus conductores.
Aunque esta parte de Indonesia se
encuentra en zona de actividad sísmica solamente en una ocasión pude sentir un
temblor de tierra de poco más de 5 segundos en islas Togian, pero sin
consecuencias. Ni tampoco ha llovido mucho, si acaso en contadas ocasiones
y no más de dos horas. Aunque estemos en temporada de lluvias parece que el
cambio climático también está afectando a esta parte del mundo.
He visto muy pocos extranjeros por las calles. Ni guías, ni pseudo-guías. No es temporada turística por lo tanto la cosa está muy tranquila. Algunas de las pocas viajeras que conocí que habían viajado por la parte musulmana de Borneo me contaron que en ocasiones se sintieron algo incómodas. No experimentaron ningún problema real, pero sí muchas molestias del tipo de miradas extrañas y silbidos. Kalimantan tiene muchos hombres solteros que trabajan en las industrias maderera y minera, lo que podría explicar lo anterior. La gente de los pueblos dayaks son más relajados y educados. Así todo, para las viajeras experimentadas no debería haber ningún tipo de preocupación.
He visto muy pocos extranjeros por las calles. Ni guías, ni pseudo-guías. No es temporada turística por lo tanto la cosa está muy tranquila. Algunas de las pocas viajeras que conocí que habían viajado por la parte musulmana de Borneo me contaron que en ocasiones se sintieron algo incómodas. No experimentaron ningún problema real, pero sí muchas molestias del tipo de miradas extrañas y silbidos. Kalimantan tiene muchos hombres solteros que trabajan en las industrias maderera y minera, lo que podría explicar lo anterior. La gente de los pueblos dayaks son más relajados y educados. Así todo, para las viajeras experimentadas no debería haber ningún tipo de preocupación.
La gente no paraba de llamarme
"bule" (guiri), sobre todo los más pequeños, de preguntarme
constantemente lugar de procedencia o a donde estoy yendo, sacarse selfis sin
tino junto a mí mientras controlaban continuamente sus redes sociales en el celular. En
un país con más 250 millones de personas repartidos entre sus islas (>17.000), los indonesios se encuentran entre las naciones con más usuarios de
las redes sociales: Whatsapp, Facebook, Instagram, Twiter, WeChat, Linkedln,
Youtube…, y esto no indica que sean muy diferentes a nosotros los occidentales.
Muy pocos indonesios hablan inglés
así que es necesario tener algo de conocimiento del Bahasa Indonesia para
poder llegar algo más lejos de la zona turística clásica.
Los guías turísticos que hablan
inglés, o al menos que se le entienda claramente, ahora están cobrando un poco
más caro las horas de servicio que los que no lo hablan. En temporada alta supongo que
los precios se dispararán. Casi todos tienen licencia concedida por el
gobierno y eso podría ser la garantía de que las excursiones guiadas no sean un fracaso.
(…)