20/12/17

Concluye el Viaje

Este viaje llega ya a su fin.
Me encuentro ahora en Jakarta para hacer la última noche antes de tomar el vuelo de vuelta mañana a primerísima hora (00:15). Puedo ya comenzar a pensar con mucha más calma en aquellos lugares que he estado visitando. Los días han pasado tan rápido que apenas he tenido tiempo para procesar todo lo que me ha ido sucediendo día a día.
Viajar por Sulawesi y Kalimantan principalmente en guaguas ha sido bastante sencillo aunque se invierte demasiadas horas del día hasta llegar al destino final. Las diferentes provincias están mal conectadas entre sí por avión y a menudo habrá que volar vía Jakarta, encareciendo de esta manera el trayecto a realizar. 
En recorridos largos (>12h.) normalmente suelo detenerme en cualquier pueblo o ciudad a mitad del mismo para disfrutar al menos parte de ese día y del lugar, en ocasiones improvisados, hacer noche y salir al día siguiente temprano para continuar hasta el destino final. Pero en estas islas quedarme a mitad de camino implica tener que levantarme muy temprano y esperar que el medio de transporte que debiera coger se llenara (podría incluso no salir ese día) y que en casi todos los casos fueran deplorables vehículos (minúsculos para mi “dimensión europea”, incómodos, sucios, atestado de gente en muchas ocasiones…). Gracias a los Ojeks, esos “moto-taxis” que se ofrecen para todo tipo de trayectos, he podido llegar a lugares donde el transporte público no existe o llega muy pocas veces al día, o a la semana.
Kalimantan es un poco más caro que Java o Sumatra, pero aún más económico que la parte malaya de Borneo. Sin embargo, Sulawesi es bastante más barato. Viajando solo el coste del transporte público no es muy costoso, pero alquilar taxis, embarcaciones o contratar a un guía hacen que los gastos se disparen exageradamente.
He comprobado que estas islas por las que me he movido son tan seguras como cualquier otra parte de Indonesia que yo haya visitado anteriormente. Hace ya más de 15 años que no se produce enfrentamientos inter-religiosos en la región central de Sulawesi, por lo que moverme libremente por toda esta zona ha sido muy sosegado.
La gente ha sido tan, pero tan, amable que en ocasiones parecía que abusaba de ellas al ser invitado, por ejemplo, a sentarme a comer con ellos en su casa sin ni si quiera conocerme de nada, a varias bodas o a montarme en sus motos para llevarme a algún lugar que sabían que quizás yo no encontraría sin ayuda, y en las calles he recibido constantemente el saludo desinteresado hasta de los que no tienen nada más ofrecer.
Quizá el peligro pueda estar en las carreteras y la forma de conducir de los indonesios. No he visto ningún accidente de tráfico y eso que en bastantes ocasiones pude observar en los taxis compartidos, guaguas o motos que he viajado casi empotrarse con otros vehículos debido a los adelantamientos "kamikazes" de sus conductores. 
Aunque esta parte de Indonesia se encuentra en zona de actividad sísmica solamente en una ocasión pude sentir un temblor de tierra de poco más de 5 segundos en islas Togian, pero sin consecuencias. Ni tampoco ha llovido mucho, si acaso en contadas ocasiones y no más de dos horas. Aunque estemos en temporada de lluvias parece que el cambio climático también está afectando a esta parte del mundo. 
He visto muy pocos extranjeros por las calles. Ni guías, ni pseudo-guías. No es temporada turística por lo tanto la cosa está muy tranquila. Algunas de las pocas viajeras que conocí que habían viajado por la parte musulmana de Borneo me contaron que en ocasiones se sintieron algo incómodas. No experimentaron ningún problema real, pero sí muchas molestias del tipo de miradas extrañas y silbidos.  Kalimantan tiene muchos hombres solteros que trabajan en las industrias maderera y minera, lo que podría explicar lo anterior. La gente de los pueblos dayaks son más relajados y educados. Así todo, para las viajeras experimentadas no debería haber ningún tipo de preocupación.
La gente no paraba de llamarme "bule" (guiri), sobre todo los más pequeños, de preguntarme constantemente lugar de procedencia o a donde estoy yendo, sacarse selfis sin tino junto a mí mientras controlaban continuamente sus redes sociales en el celular. En un país con más 250 millones de personas repartidos entre sus islas (>17.000), los indonesios se encuentran entre las naciones con más usuarios de las redes sociales: Whatsapp, Facebook, Instagram, Twiter, WeChat, Linkedln, Youtube…, y esto no indica que sean muy diferentes a nosotros los occidentales.
Muy pocos indonesios hablan inglés así que es necesario tener algo de conocimiento del Bahasa Indonesia para poder llegar algo más lejos de la zona turística clásica.
Los guías turísticos que hablan inglés, o al menos que se le entienda claramente, ahora están cobrando un poco más caro las horas de servicio que los que no lo hablan. En temporada alta supongo que los precios se dispararán. Casi todos tienen licencia concedida por el gobierno y eso podría ser la garantía de que las excursiones guiadas no sean un fracaso.

(…)

18/12/17

La Otra "Venecia" en Borneo

Ya he llegado finalmente a Banjarmasin, al S. de Borneo, la "Ciudad de los Mil Ríos", o "la Venecia de Asia", o "la Venecia Ecuatorial", último destino de este viaje por Kalimantan. Llegar hasta aquí me ha costado un día y toda una noche de viaje.
Desde que bajé del Kapal Biasa, alrededor de las 10 de la mañana, en Samarinda, me dirigí en Ojek hasta la Terminal Banjarmasin. Allí se encuentran algunas compañías de guaguas "nocturnas" que viajan hasta esta ciudad (>15h.), haciendo algunas paradas en varias ciudades: primeramente Balikpapan (pasamos varias horas detenidos en la Terminal por problemas mecánicos), tuvimos luego que cruzar anocheciendo la bahía -que se lleva su propio nombre- en transbordador (1h.) para pasar a la otra orilla y continuar la carretera dirección S.: Panajam, Labangka, Tanahgrogot, Amuntai, Kandangan y Martapura entre otros más pequeños.
Como estoy yendo últimamente bastante justo de tiempo, me he saltado Loksado, una población dayak bukit situada en las montañas Meratus, a par de horas de  Banjarmasin, que quería visitar durante un par de días para pasear por los montes cercanos y disfrutar de sus extraordinarias atracciones.
Desde la Terminal de guaguas nuevamente con un Ojek (20.000Rp.) me acerqué a la parte más activa y frenética de esta ciudad, entre el río Martapura y el Mercado (Pasar Baru), buscando algún hotel que me gustara, decidiéndome por el hostal Samudra  (150.000Rp./cama doble, baño, climatizado, Tv, té y bollería por la mañana) un lugar bastante limpio para lo que se puede encontrar por esta parte de la ciudad a este precio.
Banjarmasin se encuentra prácticamente rodeada por dos ríos, el Barito y el Martapura, y por cientos de canales transitables, y a la vez vertederos, donde la vida se desarrolla casi sobre sus aguas a diario. 
No había visto en mi vida gente más cuidadosa con su aseo -mañana y tarde- pero a la hora de mirar por su entorno, como indonesios tradicionalistas, también les da todo igual. Es decir, tiran todo al río, o por las calles aunque le caiga al vecino de al lado. El gobierno apenas comunica por los medios como ser más solidarios con los demás ciudadanos y con la contribución de la limpieza de las ciudades y pueblos. Pero, es que los propios gobernantes son igual de guarretas!. Es una lástima ver tanto plástico flotando o tanta basura acumulada entre las pasarelas de los asentamientos sobre el río, aún sabiendo que los motores de las embarcaciones se estropean al trabarse en las hélices.
Toda esta zona está inundada y más aún con luna llena o nueva, cuando las mareas del mar de Java son más largas produciendo que en esta parte en vez de bajar el agua del río, sube, adentrándose aún más cientos y cientos de metros hacia el interior, inundando carreteras, caminos e incluso algunas viviendas.
Banjarmasin es el mejor lugar para absorber la cultura urbana de Kalimantan, tanto en tierra como en las aguas. Desde la antigüedad y hasta nuestros días, se ha mantenido como una importante ciudad portuaria. Tiene una gran cantidad de ríos anchos y poderosos que siempre han jugado un papel importante en el estilo de vida de los banjareses (grupo étnico más importante). 
A principios del s.XVII, los holandeses comenzaron a comerciar en el lugar, luego durante un corto período estuvo bajo el control de los británicos y a finales del s.XVIII, se convirtió en una provincia holandesa. Como resultado de la Guerra de Banjarmasin en 1.859, los holandeses cambiaron su sede a Martapura. Más tarde, se formó el gobierno de Indonesia. Sin embargo, la ciudad siguió siendo la capital de Kalimantan hasta que se fragmentó en cuatro: Este, Oeste, Centro y Sur. Con el paso del tiempo esta ciudad aún conserva su encanto y atrae a muchos turistas por su pintoresco entorno, patrimonio arquitectónico único, mercado flotante y comercio de gemas.
El motivo principal que me ha traído hasta aquí es asistir en canoa al mercado tradicional de primeras horas de la mañana sobre el río: el Mercado Flotante (Pasar Tarapung) de Banjarmasin.
Nuevamente, un guía me localizó paseando (algo que viene siendo ya muy normal) y se ofreció llevarme hasta el Mercado Lok Baintan, a una decena de kilómetros río arriba en canoa de madera a motor  (300.000Rp.), llamada klotok.
A las 5 de la mañana comenzamos la travesía rodeados de las luces de las avenidas, las pasarelas entre las casas de palafitos y alguna que otra de las viviendas postradas en la orilla cuya vida comenzaba a despertar.
Los colores del cielo al amanecer entre las sombras de las casas flotantes que parecen que se va a llevar la corriente y las cúpulas de las mezquitas es el comienzo de la espectacular visión que estaba a punto de aparecer ante mis ojos: mujeres paleando sus canoas con la habilidad que les caracteriza cargadas de frutas y verduras frescas dirección al punto de concentración diario que tiene lugar bajo el puente colgante de Lok Baintan, que da nombre a este mercado tradicional considerado como la belleza oculta de Borneo. Ninguna propulsada a motor, aunque vengan de muy lejanos lugares.
Son decenas de canoas de pequeños productores, nada de industrias, transportando lo cosechado de sus propios jardines los días anteriores, o sus trabajos artesanales, o comida y bebidas calientes para el desayuno mientras se efectúa todo el trajín en esta parte del río. Son transacciones a pequeña escala y no siempre acuden todos los días las mismas mujeres, solamente cuando han recolectado su cosecha para ser vendida o intercambiada con otras comerciantes. El mercado se mueve con la corriente. Nunca se queda en un sitio fijo y dura tan solo dos o tres horas, cuando se han desprendido de sus géneros. Se intercambian cocos, racimos de bananas, rambután, naranjas, verduras, pescado, especias, incluso artesanías como sombreros cónicos, pareos, cestos, canastillas, figuras.... 
Es una amalgama de colores flotando en medio del río. Las mujeres, muchas de ellas con sus rostros cubiertos de "purpur dingin" o polvo de arroz mezclado con agua -también llamado "Piel de Geysha"- para protegerse de los primeros rayos solares, observan que venden unas y otras, se apoyan en las canoas o las mueven de sitio para avanzar, se enganchan unas a otras para comerciar, para charlar o incluso se hacen algunas sugerencias.
El atardecer es otro espectacular momento para pasear en canoa por los canales que atraviesan esta carismática ciudad.
En lo que antaño podía ser pequeños ríos se han levantado casas que deben soportar el verdadero peso de la pobreza. Aquí la realidad es otra pues se evidencia plenamente la gran diferencia social entre los habitantes de estos suburbios flotantes y los que viven en las casas de la ciudad. Estas familias han aprendido a sobrevivir sin quejarse.
No es un lugar bonito, el agua es aún más oscura y llena de basura que arrastra la corriente o el viento, pero ver a los vecinos tomar el baño tan relajadamente sentados, y vestidos, con un cubo de agua con el que se quitan de encima la espuma del jabón, o lavar los platos, o a los niños que se atreven a subir a las embarcaciones que navegan para tirarse nuevamente al agua como juego típico del atardecer, es un verdadero encanto. Todos saludan al verme pasar... hello míster!
Otro momento imperecedero de Bajarmasin es tomarse un café, un té o un zumo de frutas al atardecer en la avenida entre los puentes Dewa y Merdeka, donde se concentran una serie de warrungs con mesas y sillas cara al río Martapura, o de noche cenar viendo las coloridas luces de las embarcaciones que pasean a los turistas locales, esos que no dejan ni un minuto de hacerse selfies!.
Las calles que rodean el Mercado (Pasar Baru) es un incesante bullicio de gente muy activa por la mañana moviendo las mercancías o haciendo sus compras en los comercios (toko), y relajado por la noche cuando muchos otros comerciantes montan sus kioskos en las calles aledañas para vender sus productos (Pasar Malam): Ropa de todo tipo, Ferretería, Recipientes de cocina, Botica china, Frutas, Verdura, Bebidas, Comida... Los puestos de comida siempre están lleno de gente sentada con platos rebosantes de exquisitos sabores.
Hay mucha gente que trabaja tantas horas que sólo pueden hacer sus compras al concluir, y esto sucede a partir de las 6 de la tarde -que ya es anocheciendo- y acuden a estos vendedores. 
Y comer.... Que delicia la comida indonesia. La Banjar, la tradicional de esta parte de la isla. Cientos de puestos de comida repartidos por toda la ciudad sacian el afanoso apetito de esta gente, y el mío. Los olores envuelven alguna de sus calles y los grupos de gente rodeando el puesto indica cuál es el más apetitoso ese día. Es tan barato comer en la calle que la gente se lleva bolsas cargadas de comida a sus casas. Papilla de Arroz (Bubur Ayam) o Arroz con azafrán (Nasi Kuming) por las mañanas, Carne, Pescado, Tofu (Tahu), Empanadas rellenas (Bartabak)..., un sin fin de platos con todo tipo de influencias culinarias. Todas ellas tienen sus sabores distintivos y se elaboran con los gustos regionales de quienes las elaboran.
Algo que he echado en falta es poder alquilar una bicicleta (casi nadie tiene) cuando paseaba por las callejuelas paralelas al río y que se pierden entre las innumerables casas. A partir de las 3 de la tarde es el momento adecuado para introducirse en sus quehaceres diario. Hace algo menos de calor y el sol no es tan machacón. Los colores del atardecer son imponderables.
Las motos y las personas circulan por estas vías, algunas de madera que parecen embarcaderos, con armoniosa serenidad. Todo el mundo parece feliz. Hasta los musulmanes recién salidos del rezo del atardecer. Me observan extrañados y al principio no dicen nada. Me siguen con las miradas y ríen entre ellos. Muchos quieren decir algunas palabras en inglés que han aprendido a saber dónde, y hay que valorar ese esfuerzo. Cualquiera sabe cuándo volverán a ver a otro bule, paseando entre sus suburbios. Aun así les respondo en indonesio. Se sorprenden, me paran y me hablan en un perfecto indonesio. Y a veces, me pierdo. 


13/12/17

Pueblos Que Flotan (2ª Parte)

Desde Muara Muntai el ferri pasa a media noche y, si no hay previo aviso de que hay pasajeros esperando en el embarcadero, continúa su recorrido ascendente por estas canelas aguas hacia Muara Pahu, una población para mi sin mucho interés paisajístico.
Entre ambas ciudades, no muy lejos, se encuentra el Lago Jempang, uno de los más interesantes de Kalimantan por allí hallarse unas comunidades con gran importancia etnológica que quiero visitar: los descendientes de los guerreros dayaks que aún conservan parte de su cultura con unas costumbres y una edificaciones muy distintivas: el Lamin Casa Larga Comunal donde aún es posible encontrar algunas familias viviendo en ellas.
Al siguiente día, estaba esperándome en un pequeño embarcadero a pocos metros del hotel un Ces (canoa a motor con techo) que en menos de 2h. me dejaba en Tangjung Isuy, en la orilla S.O. del Lago Jempang.
La lenta travesía fue bastante atractiva. Entramos primeramente por una estrecha estribación del río Mahakam de aguas menos oscuras y con una vegetación no muy recargada que nos permitió observar algunas especies que por allí habitan. Vimos sobre las ramas de algunos árboles a monos Lutung de pelaje negro de cola larga (en otras especies varían desde negro y gris hasta castaño, anaranjado y amarillo), con unos brazos más cortos que las patas y un tamaño entre 40-80cms.. Se caracterizan por tener el pelo de la cabeza con forma de capucha o birrete.
Una cigüeña (bangau) Tong -Tong que desde que nos acercamos un poco marchó volando y varias grullas blancas esperando sobre las peceras de malla atrapar algún pez. Unos pocos pescadores sobre sus canoas que estaban ocupados en sus capturas daba paso a Jantur, el primer poblado flotante que íbamos a encontrar antes de entrar directamente en el lago Jempang. Se trata de una atractiva población de pescadores en la que destaca una enorme mezquita (Jamiyatut Taqwa) sobre su orilla con largas pasarelas flotantes de madera usadas por los vecinos para trasladarse tanto a pie come en moto. Continuamos lentamente la travesía observando las actividades de sus vecinos muy de cerca. Son alegres y curiosos y les encantan que los turistas hagan una parada para visitarlos.
Luego nos adentramos en el lago pasando cerca de algunas poblaciones flotantes de cuyos nombres no puedo ya acordarme pero sí de las imágenes en general de las deslumbrantes bóvedas de las mezquitas que marcan el paisaje de estos hermosos poblados de palafitos a orillas del lago, o del río. Así mismo, las innumerables torres de madera con ventanas alargadas (walet) que también llama la atención. Son criaderos de golondrinas (burung), donde éstas realizan sus nidos (sarang) con su saliva. Son muy apreciados en los mejores restaurantes asiáticos para sopas, dulces, cremas…, y es un gran negocio para las comunidades porque se da muy bien. Parece ser que el precio en destino supera los 10.000€ el kilo.
Como nos encontramos en época de lluvias, en el lago hay bastante agua como para gozar de una placentera travesía hasta Tangjung Isuy donde me he quedado unos días para ver su Casa Comunal (Lamin) y también para visitar Mancong una aldea cercana donde hay otro llamativo Lamin.
Entre los pocos lugares que hay para hospedarse he elegido quedarme en lo que fue en su momento la Casa Comunal Louu Taman Jamrot que hoy día es un hostal (100.000 Rp./ventilador y baño compartido) y un centro de arte donde imparten clases de artesanía, hacen exposiciones, danza, encuentros de artesanos de la zona, y muchas otras actividades relacionadas con la cultura Dayak y Banuaq.
Esta característica edificación fue restaurada hace bastantes años de su modelo original. Elevada sobre el suelo por medio de estacas de madera para evitar la crecida del lago, y las aguas encharcadas. En su interior llegaron a vivir varias familias pero ahora, en decadencia, alquilan habitaciones.
Entrar en este Lamin es como viajar al pasado. En sus paredes aún cuelgan cabezas de búfalos que se cortaron en diferentes rituales, como el "kwuakai" tras la muerte de algún miembro de una familia importante (acto muy parecido a lo que vi en Rantepao de los Torajas no hace mucho), herramientas y artilugios de caza, telares o algunos totems algo más modernos (para su venta como suvenir).
Hasta hace menos de un siglo los dayaks colgaban en el porche las cabezas humanas que cortaban en sus luchas tribales, su mayor orgullo, un trofeo físico que daba prestigio a la familia.
La edificación se compone de un alargado pasillo central que sería la zona comunal para reunirse, charlar, bailar en las ocasiones importantes -ahora una televisión es el pasatiempo de los que aquí habitan-, o para realizar diferentes trabajos como el que las mujeres continúan aun haciendo para ganarse la vida: canastillas, cestas o esteras para el suelo con tiras de ratán (palma trepadora) que ellas mismas recogen o incluso compran en los mercados; una habitación para la cocina (de carbón, o de gas hoy día) y sus enseres; varias habitaciones o dormitorios donde vive cada familia; una serie de puertas de entrada a la edificación a la que se accede mediante su correspondiente escalera (antiguamente por un tronco tallado con figuras mágicas-grotesca).
Los artistas de la madera exponen aquí sus trabajos de figuras talladas para ser vendidas a los visitantes, también telares, cuchillos tradicionales con sus fundas (Parang Ha'abit), bastones, palos sacudidores de alfombras, palillos e instrumentos de percusión y cestería.
Ninguna de las religiones consiguió acabar enteramente con las tradiciones dayaks, y se percibe principalmente en esta Casa Comunal, donde las tallas de madera y símbolos ancestrales hacen guardia a la entrada en recuerdo de sus espíritus protectores. En las iglesias cristianas de la zona tienen es posible encontrar antiguas figuras mágicas (tótems) y columnas talladas.
Aunque actualmente es un lugar de visita turística, no ha perdido su encanto. Ahora no es época de afluencia, por lo tanto me he encontrado solo y sin esa típica presión de ventas de suvenires que sucede en época mucha afluencia.
Si a los dayaks se les conocía como cazadores de cabezas y su fama de guerreros despiadados era temida en toda la isla, hoy día son una comunidad pacífica y muy hospitalaria donde conviven junto a otras comunidades. Ellos son mayoritariamente de credo musulmán o cristiano, se dedican a la pesca, a cultivar sus parcelas de verduras y hortalizas que luego venderán en los mercados, en su propia tienda (toko) o para auto-consumo familiar. De aquella época solo quedan los recuerdos de lo que fue una Casa Comunal tradicional.
Ya no se ve por el pueblo a las mujeres vistiendo con sus telas tradicionales, sólo en ocasiones muy puntuales debido a alguna ceremonia. Sin embargo, lo más que se observa son celulares de última generación en las manos de la gente. Y no son nada baratos para el nivel de vida local.
Me ha llamado bastante la atención que hayan muchas tiendas de víveres y pequeños restaurantes para lo diminuto que es este pueblo. Todas las mañanas algunas mujeres recorren el pueblo, cesta en mano, vendiendo riquísimos donuts caseros.
Como en toda esta zona también recae un día de la semana para realizar su mercado semanal.
Nuevamente hice contacto con un paisano y al siguiente día nos trasladamos en su Ces (lancha a motor) a Mancong, otra comunidad dayak a 2h., al S.O. del Lago Jenpang que también mantiene un Lamin como lugar de celebraciones especiales, y quería visitarlo. Aunque se puede ir por carretera elegí hacerlo navegando por la belleza del recorrido hasta ese asentamiento. 
Tardamos 3h. porque navegamos lentamente para disfrutar del entorno haciendo una serie de paradas para observar principalmente a los monos narigudos Probóscides.
Ha sido lo más espectacular que he realizado hasta ahora, atravesando primeramente varios poblados flotantes, una amplia zona inundada que en su momento los paisanos decidieron quemar absolutamente (!), nos adentramos en el río Ohong que poco a poco se va estrechando, cubierto inicialmente de juncos y en partes de espesa vegetación, árboles que van creciendo y en altura se cierran sobre sí mismos en el centro, enormes bayanos, plantas acuáticas flotantes que navegan al ritmo de la corriente o el viento y en ocasiones cierran el paso teniendo que  forzar el motor para atravesarlas.
Pudimos ver también coloridas aves entre ellas Kingfishers (o Martin pescadores) azules y amarillos, Garzas blancas y algún Cálao (o Hornbill), grupos de monos probóscide rojos, macacos negros, inicialmente difíciles de detectar pero en seguida se aprende a prestar atención a las ramas de los árboles en movimiento, saltando entre las ramas en busca de alimentos, ardillas y un pequeño cocodrilo.
Mancong es una pequeña aldea edificada al contorno ondulado del rio Mancong -en forma de “S”-, con un par de calles de madera sobre el agua, paralelas al río, que la hace particularmente atractiva. Pasar varios días en ella sería ideal, pero no hay hostales. Hay posibilidad de quedarse, mediante autorización de su Kepala Desa (jefe de aldea) en el su Casa Comunal y llevar los bártulos para dormir. Por la comida no hay problema porque también hay algunos tokos que abastecen a los vecinos. Incluso podrían hacer de comer si se les encarga.
Una de las pasarelas elevadas de madera que se adentra al poblado lleva a la Casa Comunal custodiada por una serie de figuras de madera de rostros siniestros. Esta Casa alargada o Casa grande (Lamin) de dos plantas, está cerrada y sin uso. Solo la utilizan para hospedar a quien lo necesite o posiblemente en alguna celebración concreta.
Pedí permiso a la señora que lleva un toko frente al Lamin en el que vende además de bebidas y "chuches", figuras de madera, telas y cestería hechas en el pueblo, para subir las escaleras y verlo de cerca pero estaba cerrado con llave, aunque aprovechando que encontré una ventana mal cerrada, y sin que nadie me viera, me colé. En su interior sólo queda colgada en la pared unas cabezas de búfalos y ciervos, y también del techo una tarima de bambú que bien podría ser una vieja hiladora para hacer telares tradicionales. La segunda planta está también cerrada, vacía y muy sucia. 
Tiene una base rectangular de aprox. 30mts. suspendida a varios metros del suelo por altos maderos, suelo de bambú y madera, varias habitaciones independientes con escaleras para subir al piso superior. Supongo que si se paga un dinero los vecinos podrían hacer algún tipo de baile. Aunque no sería el original.
La vuelta por la misma ruta en el río fue algo más rápida (2h.) esta vez con muy pocas paradas. Al llegar a T.I. volvimos a quedar para que al día siguiente me llevara a Melak, otro poblado en el río Mahakan, para visitar un mercado semanal bastante interesante, su Museo Etnográfico y varios Lamines.
Habíamos quedado a las 7 de la mañana pero una intensa lluvia muy temprana nos dejó sentados en un un toko durante varias horas. Una vez acabado el chaparrón surcamos el lago Jempang dirección N.O. para atravesar navegando, por donde en época de poca agua serían diferentes pasajes entre grandes arboledas, hasta el gran río, observando aún más vida en estos bosques que cuando fuimos a Mancong el día anterior. Pudimos ver varios Proboscis, Macacos, Martin pescadores, enormes Garzas y otras aves.
Una vez alcanzado el río Mahakan, muy cerca de Muara Pahu, continuamos ascendiendo el río hasta Melak. Hace años había una cantidad de delfines de río (pesut) por estos lugares pero el gran tráfico de embarcaciones ha hecho que sea bastante difícil divisarlos, si es que no se han ido definitivamente.
Siguiendo el curso del río por aquí es donde más daño hace a la vista las grandes zonas taladas, las enormes grúas de carbón, los enormes troncos de árboles apilados en las orillas y las barcazas varadas esperando ser cargadas de estos materiales. Todo se extrae del interior de los bosques. Dicen que, a este paso, de aquí a 20 años se habrá cortado más de las tres cuartas partes de los bosques de Borneo. Lamentablemente el indonesio está drogado con los programas y películas sensacionalistas y con el fútbol. Se pasan horas mirando la TV., principalmente la gente mayor. No se enteran de nada, casi no hay programas de debates y muy poco se cuestionan lo que hace el gobierno actual. En cualquier caso los medios informativos no hablan abiertamente de las continuas manifestaciones que suceden en las calles de este enorme país y la corrupción es parte de la vida política indonesia. Casi nadie lee prensa. Así les va. Si saben algo de fuera es tan solo de Catalunya y por el F.C. Barcelona!.
No están educados para cuidar su entorno, su cultura. Todo lo tiran al río. Lo único que cuidan, y muy bien, son sus celulares. Tienen mogollón de redes sociales instaladas: Whatsapp, Instagram, F.B., Twitter, Linkedin...., que utilizan constantemente. Hasta las chicas con burka envían sus fotos!!
En Melak me quedé frente al embarcadero, en el hotel Flamboyant (100.000 Rp./cama doble, ventilador, baño compartido y desayuno de nasi kuming (arroz amarillo con carne de buey y coco) recién traído de los puestos de la calle, envuelto en un papel, y café negro.
Lo primero que quise hacer fue ir a Eheng creyendo que ese día martes era su mercado semanal que se celebra cerca de un antiguo Lamin y al que asisten los aldeanos de la zona del interior a vender sus productos y es posible ver a algunos paisanos mayores de orejas elongadas y tatuados, así que hablé con un Ojek y negocié la visita a la zona: por 200.000Rp. me llevaría en su moto hasta ese poblado, a 30kms. de Melak y pasaría unas horas conmigo descubriendo los alrededores. Tampoco tenía nada de trabajo. Estaba recostado esperando, junto a otros compañeros, su turno para llevar a alguien. Para evitar dar muchas vueltas en busca de clientes éstos están situados en puntos concretos de las ciudades con sus motos. Casi ninguno habla inglés por lo que en ocasiones la comunicación es complicada. Tuve suerte de encontrar a uno que hablaba muy poco inglés y me sirvió como intermediario en ciertas conversaciones más complicadas.
Las carreteras de esta ciudad son fastuosas, bien cuidadas y los edificios enormes. Se nota que el dinero de la minería circula en abundancia. La vía luego se desvía entre caseríos, plantaciones y espesa vegetación pasando a ser carreteras pequeñas pero en buen estado.
Lamentablemente, cuando alcanzamos Eheng nos dijeron que el mercado en cuestión es nocturno pero que había acontecido la noche anterior. Así que me quedó la segunda opción: visitar la Casa Comunal.
En esta casa llegaron a habitar hasta 30 familias. Ahora unas pocas viven aún en ella y se dedican a la elaboración de bolsos, canastas tradicionales (Ajat o Andjat), esterillas y tiras de ratán -que ellos mismos recolectan del bosque-, collares, pulseras o cuchillos tradicionales con cinto (Parang Ha'abit).
El edificio está dividido en una zona comunal donde todos trabajan y en habitaciones donde habitan. Conservan aún cabezas de búfalos sacrificados en ceremonias, antiguas ofrendas colgadas en el techo, totems de diferentes fisonomías, instrumentos de percusión y algunos artefactos de guerra.
La familia que me invitó a acceder al interior del inmueble me trató muy agradablemente, pude fotografiar e inspeccionar algunas habitaciones. Su intención evidentemente era venderme algo de lo que producen. Todo hablado en indonesio.
En frente de esta “longhouse” también hay una serie de figuras (totems) alineadas con caras siniestras que la custodian.
De vuelta a la ciudad aproveché para volver a sentirme un poco millonario sacando Rupias de uno de los cajeros automáticos. En esta ciudad hay muchos cajeros para Visa y MC.
Luego con más tranquilidad paseé por la calle paralela al río que está llena de tienditas y algunos warrungs (habitualmente es una parte de la vivienda con mesas y sillas para comer). Al atardecer se estaba montando el Pasar Malam, o mercadillo nocturno, que le tocaba este día de la semana, donde los comerciantes ponen sus mercancías en mesas o sobre el suelo, y suelen ser los que venden en todos los mercadillos semanales muy característicos en los pueblos de la comarca (kecamata).
Al día siguiente fui a visitar otro Lamin, en Benung, una pequeña aldea a  20kms.  de  Melak, por la misma carretera que tomamos el día anterior, y de regreso pasar por el Museo Etnográfico que se encuentra fuera de la ciudad, y como no hay transporte público para llegar hasta allí, volví a contratar al mismo Ojek (150.000 Rp.).
El Lamin de Benung es más antiguo aun pero ha sido igualmente restaurado que los anteriores y aumentado el tamaño con más habitáculos, aunque sin perder la belleza de su frontis. Aquí sólo viven 5 familias y los totems que se encuentran en la entrada están mucho mejor trabajado.
En su interior guardan restos de cabezas de búfalos y artefactos de cacería. También colgado del techo hay un entablado de bambú para guardar objetos. Las familias estaban trabajando unos tejidos de fibra con hilos resistentes extraídos de las hojas del doyo (ulap doyo) para confeccionar telas, bolsos, camisas, pantalones, carteras.... El tejido de doyo -negro o estampado- suele ser utilizado por hombres y mujeres en eventos tradicionales, bailes y antiguamente era común en la vida cotidiana de la comunidad Dayak Benuaq
No muy alejado se encuentra un pequeño cementerio con unas cajas funerarias talladas de diferentes forma, donde supuestamente hay huesos de los antepasados junto a unas tumbas más modernas.
El Museo Etnográfico, aunque es pequeño exhibe piezas de labranza y pesca, cerámicas, artilugios de guerra y atuendos tradicionales usados por las comunidades dayak Tunjung, dayak Benuaq y dayak Bahau. Es bastante interesante.
Mi siguiente paso ha sido ir a Tering Baru, a dos horas de serpenteante navegación río arriba, o una hora en moto (Ojek), y esta última ha sido la opción que he elegido (125.000 Rp.) porque no hay transporte colectivo hasta allí, si acaso alquilando un taxi, y el Kapal Biasa lo hace de madrugada. La carretera en buen estado se adentra en el bosque espeso atravesando asentamientos y plantaciones hasta llegar a la orilla de esta pequeña población. Como ha estado lloviendo toda la mañana me he tenido que quedar en el hostal (penginapan) Astian Tering (65.000Rp./colchón en el suelo, ventilador, baño compartido, vistas desde la habitación y el balcón al embarcadero con el río y las casitas del poblado Tering Lama de fondo. La electricidad solo se pone de 6 de la noche a 6 de la mañana.
A mediodía, más calmado el tiempo, me ofrecieron visitar Long Iran, un poblado río arriba, a poco menos de media hora en lancha rápida. Fue de los más pequeños que había visitado hasta ese momento y con bastante carácter de modernidad, aunque ya no se vea a sus vecinos de orejas alongadas como antaño. Ni gente mayor con telas tradicionales de colores. Todos visten bastante modernos. El pueblo se extiende por ambas orillas del río y se puede llegar también por carretera. Todas las casas están a cierta altura del suelo evitando así el fango que produce las lluvias o las subidas del agua del río. Varios transbordadores cruzan de una orilla a otra a los vecinos
Tras pasar un rato en casa de una familia tomando café y charlando más tarde paseamos en moto por los alrededores del poblado. Aunque me apetecía regresar caminando, lo hicimos en moto en 20min.. No podía negarme a la invitación.
Leer o conversar al anochecer desde la terraza del hostal donde me he hospedado es impagable. No se encuentra precisamente al borde del río pero las imágenes y el sonido de las embarcaciones al pasar por delante, o el griterío de los niños con sus juegos en la calle, hace del momento "el viaje".
Afortunadamente los muecines no son tan pesados aquí con sus llamadas a la oración, quizás porque no hay muchas mezquitas, y sólo se oye la que está detrás del hostal pero el tipo canta maravillosamente bien.
Las golondrinas que se encuentran en los sarangs muy cerca del hostal al anochecer, sin embargo, cierran el pico. La tranquilidad es absoluta. Parece ser un buen negocio esto de los nidos de golondrinas! Hay muchísimos.
Por la mañana, al amanecer, comenzó la actividad en el embarcadero. Todos están en movimiento desde de las 6. Las embarcaciones rápidas comienzan a trasladar a la gente a diferentes destinos, río arriba o río abajo, desde las 7.
De pronto, fue apareciendo una neblina que poco a poco fue cubriendo el bosque y las casas de la orilla de enfrente y en minutos vino hacia nosotros envolviéndonos también. Bucólica imagen. Más recuerdos pues.
Tras desayunar crucé a la otra orilla en el transbordador (sólo paga quien vaya en coche o moto) y paseé unas horas por el poblado Tering Lama, una comunidad dayak que se convirtió al cristianismo a principio de siglo obligado por los misioneros. Un pueblo interesante, con hermosas casas elevadas por estacas hasta en varios metros bien arregladas, patios con coloridas plantas y una enorme iglesia con imágenes de madera (totems) de nativos sumisos al cristianismo y columnas de madera tallada con la historia detallada de la conversión de esta gente tras la llegada de los religiosos.
También hay una Casa Comunal, aunque no tan elaborada como los Lamines que visto hasta el momento, pero que también funciona como centro social, de ceremonias y de bailes. Este día un grupo de mujeres, incluida una musulmana, estaban arreglando trajes tradicionales para la próxima celebración. El edificio conserva colgado del techo algunas ofrendas antiguas, un totem en forma de tigre atacando a una mujer, cañas de bambú con huevos de gallinas en sus extremos, dibujos de imágenes endiabladas y varios postes tallados en forma de escalones para acceder desde la calle.
La gente igualmente amable, sentadas en los porches de sus viviendas charlando. Los hombres, como siempre, en las afueras trabajando el campo o en el río, y también algunas mujeres. Los niños con sus uniformes de la escuela se alegran de ver a un bule. Hello Míster! How are you?, y no más!.
En Tering Baru, las facciones de sus habitantes es más malaya, o quizás más achinada que los de este margen del río, incluso más que los otros pobladores que he visto anteriormente. Podría ser debido a que cada vez me voy acercando más al límite con Malasia.
Igualmente, encuentro muchas mujeres con sus caras cubiertas con el característico polvo protector "pupur dingin", para evitar el sudar debido al calor del día. Se ven perros, muchos con sarna y heridas, deambular de un lado a otro. Aquí no los tratan bien, pero tampoco lo comen.
Nuevamente en el hostal, desde el balcón impresiona ver las largas balsas de enormes troncos atados con ratán y cuerdas, que llegan a medir hasta cien metros de punta a punta, que son guiados río abajo por varias barcazas.
La madera sigue siendo muy utilizada para la construcción de viviendas a orillas del río. Las hay de todo tipo, desde las más modernas, de alegres colores, viejas o decadentes donde viven hasta varias familias. Hasta ahora sigo viendo a muchos individuos con moto-sierras por las calles. Son los carpinteros locales. Por donde camino siempre oigo alguna maquinita de estas en acción.
El siguiente paso fue trasladarme a las 7 de la mañana en lancha rápida junto a otros pasajeros remontando el río hasta Long Hubung (150.000 Rp.), pero al detenerse en Datah Bilang (30min. antes) para desayunar en el embarcadero y como yo ya había comido antes de subirme aproveché para dar una vuelta por los alrededores y me gustó tanto este pueblo que saqué mis mochilas de la lancha y me quedé allí mismo.
Sus habitantes son de mayoría cristiana que conserva ciertos rasgos animistas como se puede observar en su Casa Comunal, en su iglesia y algunas viviendas con tallas de madera de formas grotescas.
Me he quedado en el Penginapan Sainal Abidin (50.000Rp. colchón en el suelo, ventilador, ventanas a la terraza que da a la calle y baño compartido). En frente, hay varios supermercados, tokos y un par de warrungs para comer. En el embarcadero también hay un warrung flotante con exquisitos platos para los pasajeros de las embarcaciones rápidas que navegan en todas direcciones. Y para los pasajeros del Kapal Biasa cuando se detiene unos minutos para embarcar o desembarcar.
La electricidad en el pueblo también es dada entre las 6 de la tarde y las 5 de la mañana y algunos negocios tienen su pequeño motor electrógeno para su propio consumo.
Lo único desagradable son los mosquitos debido a que algunas familias cercanas crían cerdos que luego comerán en alguna celebración y que existe agua estancada de las lluvias o de las crecidas del río bajo estas casas. Por lo tanto, espiral anti-mosquito!
Aquí también hay cantidad de perros, aunque en un estado deplorable porque ya veo que realmente no los cuidan, y algunos gatos pero en mucho mejor estado. Al menos no se los comen. Los católicos son más reacios a estas carnes!. Comen cerdos, algo prohibido por el Islam, pero que a ellos no les afecta.
Este poblado se caracteriza porque aún quedan unas pocas ancianas dayaks con orejas alongadas y tatuajes en el cuerpo. Aunque paseé intentando localizarlas solo me topé con varias de ellas tatuadas solamente de pies y manos. Casi todas llevan una cinta ancha de ratán (La'abung Topi) sobre la cabeza que las distingue de otras comunidades.
Muchos jóvenes tienen tatuajes en hombros y piernas pero muy mal esbozados. Otros en pecho y espalda también algo raritos. Uno tenía enmarañado entre extrañas filigranas con tinta endeble "Jesús es mi Salvador" en inglés. No hablaba nada de inglés, por cierto.
Me está gustando más esta última parte del viaje por el río. Todo se ve mucho más rústico. La vida es más sencilla, las edificaciones mucho más rural y la gente muy amable. Pasear, saludar, sentarme a charlar con ellos, beber café indonesio o te con hielo, comer muy bien..., no puedo pedir más. Ni si quiera las lluvias son copiosas ni largas en el tiempo. No más de dos horas por la mañana o por la tarde. A veces bien entrada la noche. Sin embargo uno de los días que me encontraba en el embarcadero viendo anochecer comenzó una lluvia que duró toda la noche. Y amaneció despejado, hasta que volvió a atardecer.
El siguiente lugar ha sido otra muy tranquila comunidad dayak cercana, Long Hubung, a menos de media hora en Ojek. Me habían comentado que en este pueblo también hay algunas mujeres de orejas alargadas y que si preguntaba por ellas las encontraría.
Me he quedado en Penginapan Dua Putra ( 100.000 Rp./colchonetas en el suelo, ventilador -también hay electricidad de 18 a 06, y baño compartido). Tiene cuatro habitaciones -pero alquila tres- con dos balcones, uno hacia la calle y otro hacia el embarcadero donde se puede coger las embarcaciones si se les hace las señales para que se acerquen. El dueño tiene en la planta baja un toko que vende de todo un poco. A un centenar de metros hay otro penginapan (hostal). Pasear por sus calles es una gozada, con casas muy rústicas y carreteras elevadas de madera. Aunque son mayoritariamente católicos hay una mezquita pero que tampoco se oye las llamadas a la oración. Un puente colgante muy chulo, una enorme iglesia con columnas de madera y figuras talladas. Hay varios tokos más, uno de ellos sirven comida, y un restaurante en el embarcadero principal con buenas comidas y precios, ideal para esperar la llegada del ferry, o de las lanchas rápidas.
El segundo día pude ver la celebración de un festival con bailes, comida y charla municipal en un Amin, o Casa de Reuniones con asistencia de muchos vecinos de las aldeas cercanas.
Es una enorme casa muy alta con adornos y dibujos animistas. Las columnas de madera que mantienen las crucetas del techo están todas completamente talladas.
Se vistieron con sus mejores galas y realizaron danzas tradicionales dayaks. Ellos si pueden beber alcohol al no ser musulmanes, y hacen un arak (arroz fermentado) bastante bueno, que suelen beberlo acompañado con Atat Dinut, unos panecillos blanco de arroz.
Un bonito casi final de navegación por el río Mahakan porque he llegado al destino final -o comienzo del descenso- del Kapal BiasaLong Bagun. A partir de aquí hay que cambiar la manera de navegar y doblar los tiempos de viaje.
A esta altura cuanto más me he adentrado río arriba más estrecho se va haciendo, con asentamientos cada vez más pequeños y zonas salpicadas de espesa vegetación, riscos cársticos muy característicos, incluso con tumbas cavadas en las alturas.  
Es una gozada todo lo que ha ido apareciendo ante mis ojos. Y lo bueno que tiene esta forma de viajar por el río es que se puede bajar en el pueblo que más resulte interesante, preguntar si tiene hostal donde alojarse y pasar algunos días. Y si no, pues continuar hasta el siguiente y hacer lo mismo. Así se me están pasando los días!
El ferri va parando en muchos embarcaderos, y suele haber una tienda o restaurante donde comprar "chuches" o comida. Las lanchas rápidas paran donde haya alguien haciendo señas para ser llevado, aunque todas las embarcaciones siempre avisan antes de llegar a un embarcadero haciendo sonar el claxon.
Aun observando que los márgenes del río han perdido parte de su bosque original, todo esto es extraordinario, una continua e infatigable visión de verdes de muchas tonalidades y espesura, de enormes árboles, de manglares llenos de vida, de orillas de arena oscura que bien podría ser una playa, de palmerales de diferentes especies que bañan sus raíces, de pescadores escorados en sus barcazas halando de sus estrechas redes con diminutos pescados o de veloces golondrinas cazando a vuelo raso sus insectos preferidos.
En este momento del trayecto por el río me quedaba solo una semana de viaje por Kalimantan y algunos pueblos más a los que quería llegar, pero no tenía la completa seguridad de regresar con el tiempo conveniente para llegar a Banjarmasin, mi último destino ya que desde esta ciudad tengo el billete de vuelo de vuelta a Yakarta.
Desde Long Bagun hay algunos “speed boat” hasta Tiong Ohan, pasando por hermosos paisajes y una serie de asentamientos muy curiosos, pero hay que esperar que se llenen o alquilarlo íntegramente porque no mucha gente viaja hasta allí. Y no sale nada barato.
Luego, hasta Long Apari  -bajo los montes Apokayan-, hay que remontar unos peligrosos rápidos en canoa pequeña a motor porque estos días las aguas bajan muy potentes.
Desde ese último pueblo comienza uno de los senderos más hermosos de Kalimantan, que puede durar más de una semana, cruzando incluso hasta Malasia. Hace falta un buen equipo para realizarlo.
Estos pueblos parece que se encuentran bastante más alejados de lo que yo me esperaba. La parte más excitante del río se localiza a casi dos días de navegación, pero sin la seguridad de tener transporte de vuelta, sin tener que pagar una burrada por salir de allí.
Así pues, aquí di por finalizado la remontada del río Mahakan y comencé el descenso hasta Samarinda que iba a durar casi 24h. pasando la noche en el ferri (350.000 Rp.).
Nuevamente en esta vieja embarcación con tatami elevado y colchoneta para descansar. Debajo hay un cajón para guardar las pertenencias. No obstante nadie toca nada que no sea suyo.
Aunque dispone de una pequeña cocina donde hacen de comer preferí bajar al embarcadero de Tering para comprar algo de arroz y pollo para el viaje. Pero me sucedió algo inesperado: los tipos sin puta educación que se cuelan e incluso empujan a la hora de pedir!. Y yo caí ... , “hay que bajar el primero para ser servido el primero”!, me dije a mi mismo resignado. El Sud-Este de Asia es así!.
Nuevamente la panorámica, desde la terracita de proa, que me vuelvo a encontrar de las tantísimas aldeas, pueblos y ciudades en los márgenes del río Mahakan por los que he pasado, pero esta vez con más tranquilidad, a velocidad de lento ferri.
No hay nada más espectacular que el atardecer navegando en el Kapal Biasa. Lástima que cerraran la terraza de proa al anochecer porque comenzó a llover y el agua se introducía a causa del viento en el interior. Me perdería todas las imágenes de los poblados con la iluminación nocturna.
Por otro lado, esta situación daría largos momentos de charlas con otros viajeros locales que se extrañaban que yo viajara solo, y visitando tantos lugares sin un guía. Realmente no hace falta guía si se sabe qué se quiere ver. El tener un ligero conocimiento de Bahasa Indonesia (indonesio) ayuda muchísimo, aunque en ocasiones se me escaparan muchas cosas. 
Pero estoy sobreviviendo!.